BATIDO
Batido por las olas de la vida
como la nave que perdió el timón,
buscando un puerto
voy Virgen santa
con las penas de mi corazón.
Cuando furiosa la tempestad,
hiere mi pecho con su rugir,
tú dulce nombre me trae la calma
y una esperanza siento en mi latir.
Cuando te invoco en la soledad,
cansada el alma de padecer,
siento el consuelo de tu mirada
como la estrella del amanecer.
¡No me dejes Madre mía,
con mi pesada cruz,
dame la paz y la alegría,
como un rayo de luz!
¡Bella estrella de los mares,
que alumbras mi dolor.
templa en el alma los pesares,
Madre, dame tu amor!
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